El Emperador que favoreció el encuentro de las civilizaciones griega, latina y árabe
Nieto de Federico Barbarroja, Federico II fue considerado para algunos una “maravilla del mundo”, para otros en cambio fue el Anticristo y para otros aún el Mesías que había llegado para devolver el orden de Dios sobre la tierra. En lo que abarca la primera mitad del siglo XIII, el emperador suabo se mueve con mucha despreocupación y creatividad en un complejo escenario político, que él mismo influenció y del cual fue protagonista por al menos cincuenta años. El centro de su política fue el reino de Sicilia y su corte en Palermo fue el lugar de encuentro de las culturas cristiana, árabe, hebrea y griega.